Segundo trimestre de 2022. Esa es la fecha a la que, desde diferentes sectores, apuntan para que la escasez de semiconductores pase a ser un mal recuerdo. Hasta que ese momento llegue, fabricantes, distribuidores, minoristas y usuarios tendremos que continuar conviviendo con una situación que, si bien no es ni mucho menos nueva (ya hubo crisis similares en 1987 o en 2017, por ejemplo), sí resulta difícil de encajar, quizás por el modelo y el ritmo de consumo y vida al que estamos acostumbrados.
Mientras tanto, para no sucumbir ante las dificultades provocadas por una situación que todavía tardará, según las previsiones más optimistas, varios meses más en solventarse (un tiempo valioso para la supervivencia empresarial), quienes trabajamos en el sector tendremos que adoptar modelos y estrategias de negocio para continuar aportando valor con los recursos de los que disponemos. El sector de la impresión, por supuesto, no es ajeno a nada de esto, en SERCOPIER hemos llevado a cabo nuestra particular transformación para continuar ofreciendo propuestas de valor diferenciales a nuestros clientes.
Pero ¿qué ha sucedido?
La actual crisis de los semiconductores se debe a una serie de factores que, como en una tormenta perfecta, han confluido después de madurar de forma lenta pero constante. Inevitablemente, la pandemia es el primero que se nos viene a la cabeza y, aunque probablemente haya sido la gota que colmó el vaso, no es el único ni el principal factor a tener en cuenta.
El boom que ha experimentado la electrónica de consumo durante los últimos meses, impulsado por el confinamiento y el teletrabajo, acabó por tensionar las cuerdas de un modelo de producción que difícilmente iba a dar más de sí. En el otro extremo, la industria del automóvil, una de las principales consumidoras de semiconductores, vio cómo la demanda bajó a mínimos históricos durante los primeros meses de pandemia. Consecuentemente, se cancelaron pedidos, lo que alteró las líneas de producción de los principales ensambladores. Sin embargo, a finales del pasado año, el sector experimentó un crecimiento mayor al previsto y aumentó de nuevo la demanda, que, junto con la del resto de sectores, se mantuvo en niveles muy altos.
Los vaivenes del mapa geopolítico también han resultado determinantes, especialmente con el capítulo protagonizado por Estados Unidos y China. Tras las sanciones del país norteamericano al gigante asiático, éstos vetaron en gran medida la exportación de productos, entre los que se encontraban los semiconductores, cuyo principal exportador mundial es China.
Por si fuera poco, la mayoría de los componentes necesarios para fabricar semiconductores se elaboran en Asia. Taiwán y Corea del Sur copan cerca del 85% del mercado y crean 7 de cada 10 chips de memoria. Como era previsible, contar con un número tan limitado de productores implica que, por mucha capacidad de fabricación que tengan, ésta no podrá cumplir las expectativas.
El sector del transporte, especialmente el marítimo, inició hace meses una escalada de precios provocada por una demanda desproporcionada que ni navieras ni puertos son capaces de asumir. El precio de transportar un contenedor se ha multiplicado, de media, casi por 10, lo que retrasa, en ocasiones durante meses, los envíos.
Además, la inflación provocada por el aumento de los costes de la energía o de los carburantes, son otra de las causas del aumento de los precios y de los plazos de entrega, tanto para el transporte como para la producción o la extracción de las materias primas necesarias para fabricar semiconductores.
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